Conocía esta leyenda pero al leerla en la hoja del “TACO”, me ha parecido interesante recordarla en la reflexión mensual.

A veces es duro perdonar, pero en el amar de Jesús va incluido el perdón a los demás como nos perdona cada día el Abbá; por eso nos enseñó la hermosa oración: “Padre nuestro…”

Es bonito escribir las ofensas sobre la arena que el viento y las pisadas borran, pero es más bonito guardar en el corazón todos los favores y cosas buenas que nos hacen los amigos y a veces los enemigos.

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Dos amigos viajaban por el desierto y discutieron. Uno acabó dando al otro una bofetada.

El ofendido se agachó y escribió con sus dedos en la arena: “Hoy mi mejor amigo me ha dado una fuerte bofetada en la cara”.

Continuaron el trayecto y llegaron a un oasis, donde decidieron bañarse. El que había sido abofeteado empezó a ahogarse.

El otro se lanzó a salvarlo.

Al recuperarse del ahogamiento, tomó un estilete y comenzó a grabar unas palabras en una enorme piedra. Al acabar se podía leer: “Hoy mi mejor amigo me ha salvado la vida…”

Intrigado el amigo le preguntó: “¿Por qué cuando te hice daño escribiste en la arena y ahora escribes en roca?”

Sonriente respondió: “Cuando un amigo nos ofende, debemos escribir la ofensa en la arena, donde el viento del olvido y del perdón se encargarán de borrarla y olvidarla. En cambio, cuando un amigo nos ayuda, es preciso grabarlo en la piedra de la memoria del corazón, donde ningún viento podrá borrarlo.”

Paterna, 15 de mayo de 2021

Hno. Félix Benedico  (FSC)

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