Un anciano acumulaba una gran fortuna. Había trabajado mucho y era feliz. Consciente de sus orígenes humildes, no se avergonzaba. Ya jubilado, su única ambición era disfrutar de lo que había conseguido con esfuerzo. Su hogar siempre estaba abierto para todo el mundo. A menudo invitaba a sus amigos, ofreciéndoles lo mejor. Incluso con regalos que costaban una fortuna. Disfrutaba compartiendo su riqueza.
Pero un día su mejor amigo le confesó que, aunque agradecía los regalos, le preocupaba que agotara su riqueza: “Recuerda que tienes tres hijos, y si te gastas todo, no les quedará nada”, le dijo.
El anciano, muy sabio, contestó:
“Gracias por preocuparte, pero les hago un favor. Desde que nacieron, mis hijos han recibido la mejor educación. Creo que les di todo lo que necesitan para labrar su futuro. Si les dejara todo, no se esforzarían ni tendrían ilusión por trabajar. Mi deseo es que consigan las cosas por sí mismos y valoren cuánto cuesta ganar dinero”.
“Sabias palabras. Algún día tus hijos te lo agradecerán”, dijo el amigo.
Esfuérzate cada día por aprender y trabaja con empeño e ilusión por cumplir tus sueños.
(Información del taco del Sagrado Corazón de marzo.)
Paterna 28 de marzo.
Hno. Félix Benedico