Créanlo o no cada día me siento más feliz de estar vivo. Y lo que más me encanta de estar vivo no es que las cosas me vayan mejor o peor. Al fin y al cabo, ni el éxito ni el Dinero son factores definitivos para la felicidad.
Se trata más bien de saber, de comprobar, que la vida la tienes que conquistar día a día. Dios, te ha puesto ahí, te ha dado todo lo que necesitas, ha puesto en tu corazón las semillas. Ahora te toca a ti, hacerlas crecer. Tú tienes que estar arriesgando y desarrollándolas hora a hora, con ganas y entusiasmo. Y en tu mano tienes el poder de hacerla fecunda o no.
Es la idea del riesgo, la opción permanente, lo que me llena de entusiasmo. Tal vez tan apasionante como el correr de los coches de fórmula uno.
¿Sabes lo interesante que es la vida cuando descubres que Abbá te ha considerado capaz de realizar la acción que llevas en tus manos?
¡Que Tú harás esa obra difícil que estás haciendo con la ayuda del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, porque Jesús siempre estará con nosotros hasta el fin del mundo nos dice San Mateo!
Ojeando la prensa, he encontrado dos entrevistas con dos filosofías de la vida radicalmente distintas.
- La primera se refería a la actriz Brigitte Bardot. Por lo que contaba el periodista, la que fue “sex-simbol” de los años sesenta,
(Después de tres matrimonios fallidos, diez turbulentas historias de amor, media docena de intentos de suicidio con barbitúricos y a sus “cincuenta y pico” de años defensora acérrima de las focas y otros animales)
Anunció que iba a ganar su último dinero escribiendo un libro que anunciaba como escandaloso. Decía que lo diría todo, que ajustaría las cuentas y que perdería así su última media docena de amigos. Simplemente porque ya no soportaba a nadie, pues la gente es estúpida, superficial, grosera, vulgar y cruel.
- La otra entrevista se refería a Herbert von Karajan, el famoso director de orquesta. Un hombre que a veces parecía un dios de orgullo, subido en el pedestal de sí mismo. No me caía simpático, a pesar de reconocerle un admirable afán de perfección, de búsqueda de lo grande. En la entrevista mostraba un optimismo casi cegador. Seguro de que ninguna fatalidad puede destruir el mundo. Certeza que basaba en la ley del esfuerzo. Un hombre así, puede llegar a ser odioso, pero habrá que reconocer que si todos partiésemos de esos mismos supuestos, ya habríamos construido una gran humanidad.
Es curioso cómo Brigitte Bardot, en plena juventud necesitaba huir de la vida. Mientras que a Karajan, cuando le ofrecían un contrato, sólo lo aceptaba si era vitalicio, porque, según decía, “necesitaba toda la vida para llegar a donde quería llegar”.
Y es cierto. Solo se llega a los lugares hacia los que se camina.
A veces tercamente, obsesivamente. Lo que no quiere decir que no seamos como una caña. Pero cañas pensantes que se enfrentan y luchan contra viento y marea.
Un día nos preguntarán si hemos amado y sido felices.
Si hemos cumplido nuestra misión y hemos descubierto que hay vida antes de la muerte.
Porque la muerte no existe, es la puerta que se abre y nos pone realmente en las manos de nuestro Abbá para disfrutar eternamente del lugar que Cristo nos ha preparado.
El texto de la Tanatóloga Elisabeth Kübler-Ross, viene como anillo al dedo:
“La muerte no es algo que haya que temer. De hecho puede ser la experiencia más increíble de la vida. Solo depende de cómo se vive la vida en el presente. Y lo único que importa es el amor”
“Me voy a prepararos un lugar y cuando os lo haya preparado vendré para llevaros a él” nos dice Jesús en el Evangelio.
Pont d’Inca, abril de 2022
Hno. de La Salle